Sobrevivir a la voluntad: algunas evidencias científicas del argumentario schopenhaueriano

Schopenhauer-caricature.jpgArthur Schopenhauer (1788-1860) es el padre de un modelo orgánico-filosófico absolutamente paradigmático. Para definir y desarrollar la base conceptual del mismo, parece haber asumido una praxis «detectivesca» que en ocasiones recuerda a la empleada en el ámbito científico.

El genio de Danzig fue un enamorado de las ciencias, un eminente divulgador científico que aglutinó en su obra continuos guiños al saber científico de su época. Es probable (así lo demuestra su escrito Sobre la voluntad en la naturaleza, de 1836) que esa fijación en la producción de ideas bajo los auspicios de los avances científicos de la época influyera notablemente en su forma particular de argumentar, aunque resulta claro que su modus operandi era mucho más desbordante, más abarcador, y de ahí que su abanico conceptual no quedara vinculado de manera exclusiva a los hechos demostrados a través del filtro del empirismo, si bien siempre estuvieron acompañados por él.

He logrado la dicha de poder dar una segunda mano de mejora a esta obrilla, al cabo de diecinueve años, y mi dicha es tanto mayor cuanto que es de singular importancia para mi filosofía el presente trabajo. Lo es porque, a partir de lo puramente empírico, de lo que han observado investigadores de la Naturaleza que, sin prevención alguna, seguían el hilo de su respectiva ciencia, he llegado desde luego al núcleo mismo de mi metafísica, mostrando así el punto de contacto de ésta con las Ciencias Naturales, ofreciendo a la comprobación de mi dogma fundamental la base más clara y comprensiva que pueda darse (prólogo de Sobre la voluntad en la naturaleza).

Es claro que existe una estrecha relación entre el máximo exponente del pesimismo filosófico decimonónico y la ciencia (como se muestra en el segundo número de la revista Schopenhaueriana), la cual parece ir demostrando a ráfagas el funcionamiento biológico sobre el que se podría articular el modelo orgánico descrito por Schopenhauer en su obra cumbre, El mundo como voluntad y representación, cuya primera edición se remonta a 1818. Nos centramos ahora en los aspectos de su pensamiento que justificarían los mecanismos de resistencia frente al dolor en la existencia.

La filosofía digna de este nombre es el puro culto a la verdad, el anhelo más alto del género humano, anhelo que no encaja con oficio alguno. Donde menos puede hallar asiento es en las universidades. […] A los filósofos se aprende a conocerlos en sus obras y no por trasuntos y retazos de sus doctrinas.

El devenir, la realidad en su hacerse efectivo, encierra para el filósofo alemán el desarrollo de un maremágnum repleto de contrariedades que el ser humano puede soportar gracias a tres vías que lo liberan (temporalmente) de la desesperación y de la más profunda amargura: el ascetismo, la compasión y la experiencia artística.

Schopenhauer voluntad naturaleza.jpgSobre la influencia del arte en el ser humano mucho se conoce. Se sabe sobradamente, por ejemplo que las moléculas responsables de los efectos narcotizantes que se inducen en un amante de la expresión artística son las endorfinas, péptidos opiáceos secretados por las neuronas de la glándula pineana y del hipotálamo, liberados por nuestro organismo ante un estímulo concreto de excitación (como el arte), el dolor, el consumo de alimentos picantes o de chocolate, el enamoramiento e incluso el orgasmo. El efecto placentero y analgésico producido por todos estos fenómenos es, por lo tanto, el mismo independientemente del desencadenante. No en vano aseguró Schopenhauer que su sistema «no se queda, como todos los precedentes, flotando en el aire, por encima de toda realidad y de toda experiencia, sino que se asienta en el firme suelo de la efectividad, que es el de las ciencias».

Sin embargo, y todavía en nuestros días, existen numerosas lagunas sobre el conocimiento de las vías biológicas en las que se asienta la pretensión de practicar el ascetismo y la compasión. Fruto de la notable influencia en su sistema del pensamiento hinduista, Schopenhauer extrae las bondades de tales prácticas fundamentales de la sabiduría oriental, y se refiere a la vida anacoreta basada en la contemplación y a la observación del dolor ajeno con su correspondiente respuesta conductual, actitudes dirigidas a aliviar desinteresadamente el dolor ajeno o, al menos, a no aumentarlo.

Tales acciones tienen en común un hecho singular a nivel mental en aquellas personas que las practican: el acentuado control sobre su propio escenario consciente. En este sentido debemos abordar el paralelismo que existe entre el modelo orgánico del de Danzig y su «aplicación» al mundo neuronal, ya que la clara y fundamental distinción schopenhaueriana entre voluntad y representación bien recuerda –en un contexto mental– al relativo de los planos de la consciencia y la inconsciencia; en ambos casos, lo tangible se construye a partir de las proyecciones que tienen su origen en un abismo de oscuridad incontrolable y desconocido, el mundo de la voluntad. Algo así parece ocurrir en nuestro cerebro, ya que –desde el plano desconocido de nuestro inconsciente– emergen las pautas que se traducen en la representación del mundo sensible que nos rodea, un proceso que, a ojos de algunos científicos, es muy probable que nunca lleguemos a descifrar, y que en cierta manera se podría interpretar como una estrategia evolutiva que apareció con el fin de aliviarnos del gran shock emocional que nos supondría «romper nuestro velo de Maya».

Para ilustrar [el proceso del pensamiento] comparemos nuestra consciencia con aguas de cierta profundidad; los pensamientos claramente conscientes son simplemente la superficie, mientras que, al contrario, la masa es lo borroso, el eco de las intuiciones y de la experiencia en general, entremezclado con el propio talante de nuestra voluntad, que es el núcleo de nuestro ser. […] Raramente el proceso íntegro de nuestro pensar y decidir tiene lugar en la superficie […] [pues] habitualmente el material recibido del exterior es rumiado en las oscuras profundidades y así es como se refunden los pensamientos […] (El mundo como voluntad y representación, II, Cap. 14).

Schopenhauer mundo Alianza.jpgEl hecho de agudizar el «sentido» consciente mediante prácticas como la meditación nos permite adquirir una percepción sensorial más amplia de lo habitual sobre el mundo que nos rodea, así como asumir un mayor grado de autoconciencia (por la activación de las redes neuronales implicadas en este cometido, tales como la ínsula cerebral), algo que, a nivel emocional, nos supone sabernos pequeños con respecto al universo, y, de esta manera, restarnos importancia a nosotros mismos y también a nuestros problemas.

No es de extrañar, por lo tanto, que los ascetas busquen la soledad de los espacios naturales para sus prácticas reflexivas, tal y como hiciera también el Zaratustra de Nietzsche, o el propio filósofo de Röcken a la hora de enarbolar sus postulados; como sabemos, y en cierta manera, Nietzsche disponía de una visión pesimista sobre el hombre moderno, al que definía como una especie de puente hacia el Übermensch. Mucho tuvieron que ver, sin duda, sus paseos en soledad por los parajes de Sils Maria (Suiza) para adquirir esta visión tan definitiva del homo sapiens.

Hablábamos antes de la cuestión emocional como un elemento fundamental a tener en cuenta en la práctica de la meditación. En el caso de la compasión vuelve a ser fundamental, puesto que, de acuerdo con ciertos resultados actuales, las personas compasivas son –emocionalmente– más inteligentes. De hecho, desde un punto de vista psicológico, se ha definido la mente compasiva como el conjunto de atributos relativos a la sensibilidad, la motivación por el cuidado del bienestar, la tolerancia a la angustia, la ausencia de juicios de valor y la empatía. Estas cualidades dotan al ser humano de unas habilidades especiales de cara a controlar y atenuar el propio dolor. Se conocen numerosas evidencias científicas de la somatización de la conducta compasiva, así como del beneficio que propicia al individuo que la practica.

Los progresos de la fisiología desde Haller han puesto fuera de duda que se hallan bajo la dirección del sistema nervioso no sólo las acciones extrínsecas acompañadas de conciencia (funciones animales), sino también los procesos vitales enteramente inconscientes (funciones vitales y naturales), estribando la diferencia en el respecto de la conciencia, no más que en que las primeras se guían por nervios que salen del cerebro, y la segundas por nervios que no se comunican directamente con aquel centro capital del sistema nervioso, centro enderezado hacia fuera sobre todo, sino que se comunican con pequeños centros subordinados, los nodos de nervios, ganglios y sus tejidos […] (Sobre la voluntad en la naturaleza, «Fisiología y patología»).

Schopenhauer Mundo II Alianza.jpgLos resultados obtenidos en diferentes estudios en los que se intentó monitorizar el efecto del comportamiento compasivo sobre diferentes meditadores expertos, nos demostrarían este hecho. La estimulación previa de las emociones y su seguimiento mediante distintas técnicas, como la electroencefalografía, arroja un poco de luz en este sentido, ya que se ha demostrado el aumento sostenido de la actividad gamma encefálica y de la sincronía neuronal en los individuos que demostraban tener más experiencia en la práctica compasiva, estando ambos patrones relacionados con la mayor emergencia de la consciencia.

Del mismo modo, estudios realizados mediante imágenes de resonancia magnética funcional revelaron una mayor actividad de los circuitos neuronales insulares, relacionados con la autoconciencia, tal y como hemos descrito antes, y también con las llamadas emociones sociales, todo ello relacionado con la interacción mente-cuerpo. También se ha detectado una sobreestimulación de la región amigdalina, algunos de cuyos circuitos neuronales están relacionados con las emociones y la empatía, así como con el circuito de la unión temporoparietal derecha, circuito implicado con la toma de perspectiva, siendo éste un comportamiento que nos ayuda a representar el estado de otra persona en nosotros mismos (empatía).

También se ha comprobado que los desencadenantes de la reacción compasiva afectan a nivel del sistema nervioso parasimpático en sus variantes implicadas en las conductas filiativas y cariñosas, las cuales, a su vez, se relacionan con el estado de calma y relajación. Igualmente, a nivel somático podemos encontrar su reflejo en las modificaciones de la frecuencia cardíaca, que también afectarían al propio estado de calma, siendo esta vez el sistema nervioso simpático el involucrado en su control.

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De igual modo, hemos de mencionar la sobrestimulación del sistema inmune y endocrino como consecuencia de las prácticas compasivas. En aquellos individuos que han demostrado una especial sensibilidad en un estado mental, se ha mostrado una mayor secreción de las hormonas oxitocina y cortisol, moléculas con implicaciones diversas en nuestro organismo, en este caso relacionadas con una mayor actividad inmune como el efecto antiinflamatorio que evita trastornos psicológicos como la depresión.

Todos estos apuntes no hacen más que encumbrar la figura y obra de un autor genial y original que parece haber escrito su obra en un lugar sin tiempo, reservado solamente para seres capaces de ver más allá de sus propios ojos, de intuir de una manera especial un mundo que se mantiene oculto para el común de los mortales, pero que se proyecta sobre sus mentes de forma nítida, porque ellos son conscientes de que todo lo que nos rodea es una representación de una verdad intangible: la voluntad.

La consciencia es la mera superficie de nuestro espíritu, de la cual, como de la esfera terrestre, no conocemos lo íntimo, sino sólo la corteza.

9 comentarios en “Sobrevivir a la voluntad: algunas evidencias científicas del argumentario schopenhaueriano

  1. A Schopenhauer le hubiese gustado esta relación que guarda su pensamiento con los nuevos descubrimientos de la ciencia.

    Además, él fue uno de los primeros en hablar a favor de los animales, en esto es un adelantado a los movimientos animalistas.

    Bueno, en otros aspectos es muy polémico y podemos discutir bastante, un gran pensador.

    Gracias por escribir.

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    • Y que pasa con las emociones y la compasión cuando ha sido extirpado la glándula amígdalas?Costumbres antiguas las sacaban al primer resfriado.Yo no la tengo y me considero compasiva y misericordioso por una preparación muy larga en el sufrimiento y la humildad.

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  2. La de Schopenhauer es solo otra teoría mas, que en algunos de sus aspectos se ve respaldada por una que otra evidencia empírica, o por ciertos hallazgos fisiológicos tal como dice el artículo, pero no deja por ello de ser una teoría unilateral, hija de su tiempo, y que hace demasiado énfasis en los aspectos negativos de la existencia

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