Las raíces clásicas del Romanticismo: Thibaut

Trotta ThibautLa madrileña editorial Trotta y el escritor y traductor Antonio Pau (Premio de Ensayo y Humanidades Ortega y Gasset) presentan un fundamental volumen en el que nos dan a conocer una de las figuras menos estudiadas en nuestro idioma del denominado Romanticismo temprano (Frühromantik): Anton Friedrich Justus Thibaut, nacido el mismo año que Novalis y Friedrich Schlegel (1772), y dos después que Hölderlin y Beethoven.

Este curioso personaje, apenas celebrado lejos del ámbito académico, es considerado uno de los maestros de la prosa alemana, con un estilo terso y natural, en cuyo espíritu se aunaban dos pasiones: la justicia y la belleza, ideas que se reforzaban mutuamente. “Convirtió su lucha por la justicia –explica Antonio Pau– en una lucha por el derecho. Tenía el alma clara y la mente sistemática, y quiso que el derecho fuera también así: leyes bien pensadas, nítidas de expresión, inequívocas de sentido”.

Como a veces ocurre en las biografías de algunos de los personajes más ínclitos de la historia, la primera vocación que Thibaut sintió no estuvo encaminada a marcar una época en la literatura o las ciencias jurídicas de su país: su verdadera pasión fueron los bosques y la música. A los quince años abandona la Escuela Latina (donde fue compañero del filósofo F. W. Schelling) y decide dedicarse a preparar el oficio que siempre deseó ejercer: guarda forestal. Como asegura el autor del estudio, “el bosque es, desde los albores del Romanticismo, el símbolo de la vida en libertad”. Sin embargo, muy pronto se desanimó y, dos años más tarde, volvió a retomar sus estudios.

En 1792 acude a la Universidad de Gotinga donde asiste como oyente a las clases de Lichtenberg, y después se traslada a Königsberg para escuchar las lecciones de un viejo profesor que ya comenzaba a cobrar fama inmortal: Kant.

Es en Kiel donde se enamora de la joven Jette Ehlers (de trece años): “soy feliz –confesaba Thibaut a un amigo–, mucho más de lo que podía haber imaginado, y mi futuro va a ser mucho más hermoso de lo que he soñado siempre. Es inútil que intente buscar palabras para expresar lo que siento”. En esta misma ciudad empieza a impartir clases de Derecho con un entusiasmo que nunca perdió.

Desde aquel entonces, y hasta su muerte, cumplió con su deber sin admitirse a sí mismo desfallecimiento alguno, llegando a ocupar el puesto de rector en la Universidad de Heidelberg, donde llevó a cabo la refundación de la institución, reforzando la disciplina académica y atrayendo a la ciudad a destacados profesores de otras universidades.

No quiero andar ya más llevado

con correas, como en otro tiempo,

prefiero andar al borde del abismo

y librarme de todas las cadenas.

Thibaut

Este libro nos ofrece, a través de la característica prosa de Antonio Pau –de tan entretenida lectura, como ya nos mostró en su estudio sobre Novalis (La nostalgia de lo invisible), también editado en Trotta–, un completo estudio de un personaje invisible cuyos efectos, sin embargo, se dejaron sentir con gran fuerza en la conformación del Romanticismo alemán.

Un hombre de gran carácter que por ejemplo no dudo en actuar –no como profesor de derecho, sino como legislador (en sus años de parlamentario)–, guiado por criterios éticos en el candente asunto de la liberación de los campesinos de los residuos de vasallaje que aún subsistían. Fue uno de los primeros en distinguir radicalmente entre el sentido de la ley y la intención del legislador: “el legislador está obligado a expresarse con las palabras de la ley”, aseguraba nuestro protagonista.

Pero Thibaut no sólo fue un renombrado teórico del Derecho, sino un gran amante de la música que organizaba coros en su casa a los que llegó a asistir Robert Schumann, alumno de Derecho romano del propio Thibaut. Éste redactó incluso un conocido y controvertido ensayo, Sobre la pureza de la música (1825), en el que quiso luchar contra el incipiente éxito de las por entonces ampulosas y recargadas óperas (más próximas a espectáculos grotescos que a representaciones musicales). También el compositor Felix Mendelssohn fue grandemente influenciado por el profesor de Ciencias Jurídicas.

El ideal de pureza que Thibaut predicó de la música está ahora descubriéndose en sus ideas sobre el Derecho, y quizás sea aquel ideal el que tanto necesitemos ahora. Un buen momento para rescatar del olvido a Thibaut.

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