Béla Hamvas: la escritura que acaricia lo real

Cuando vamos más allá de las palabras sólo queda la experiencia de algo que nos trasciende, subleva e, incluso, intimida. Experiencia cruda, en estado naciente, vivencia que late más allá de unos símbolos que, a pesar de su pretensión de apresarla, acaban fracasando irremediablemente dada su naturaleza limitada. Sin embargo, hay oportunidades en que las palabras, los conceptos, las categorías pueden filtrar algo de dicha viveza experiencial y eso es lo que ocurre con la escritura de autoras y autores como Nietzsche, María Zambrano, Clarice Lispector, Blanchot o, el caso que nos ocupa, Béla Hamvas. En ellos su letra trasluce algo de aquello que es imposible de atrapar simbólicamente.

El caso de Béla Hamvas es particularmente interesante. Bibliotecario, con una erudición excelsa en orfismo, hinduismo, filosofía moderna (sobre todo, Arthur Schopenhauer), literatura y música, contestatario para con el poder establecido, rebelde, elegante, bucólico sin caer en reivindicaciones anacrónicas… Su obra se erige en todo un ejercicio de ironía, finura y contraintuición en sus análisis, amplitud de miras, cultura transversal así como de un virtuosismo formal absolutamente encomiable.

La obra de una vida es un compendio de varios textos seleccionados y traducidos por Adan Kovacsics y editado magistralmente por Ediciones del Subsuelo. Concretamente, es la segunda obra de Hamvas que editan, ya que en 2017 editaron otra selección de textos realizada por Kovacsics bajo el título La melancolía de las obras tardías. En este nuevo volumen se reúnen textos de las diversas etapas del pensamiento de Hamvas, textos que van desde la década de los años treinta hasta la de los sesenta del siglo pasado. Así pues, al atravesar buena parte de la trayectoria intelectual de Hamvas, podemos ver en la obra diferentes desarrollos de los temas que lo asediaron a lo largo de su trayectoria vital e intelectual.

Su crítica visceral al poder, sirviéndose de la figura del arlequín en las obras de Shakespeare y Rabelais, constituye un punto crucial en su obra. El arlequín, el bufón, es aquella figura irónica, paradójica, desestabilizadora que rompe cualquier complicidad con la realidad que el sistema dominante (sea el que sea) pretenda imponer. El arlequín simboliza la risa burlona, la mueca a destiempo, la brecha que fractura irremediablemente la lógica del poder, que tritura el devenir de la realidad articulada a partir de unos intereses determinados. Indiferente a posesiones, riquezas o reconocimiento, él encarna la locura del ser, los desvaríos de una realidad que se disloca en el momento en que empieza la desconfianza para con sus preceptos.

El arlequín, como el solitario, la poesía de Wordsworth o la obra de los Schumann pretenden desembarazarse del ruido del mundo para alcanzar ciertas cotas de autenticidad. La soledad o la importancia de la obra por encima del sistema son aspectos fundamentales para garantizar una existencia al margen de las presiones de un entorno que demanda continuamente competitividad, rendimiento, exposición y obscenidad. Y es que en el libro de Hamvas las referencias y reivindicaciones de la intimidad (ejemplificada en la necesidad de recuperar la importancia del lecho, de la cama), de la horizontalidad en contraposición a la verticalidad, son fundamentales para alcanzar aquello que es lo esencial: lo real más allá de la individualidad.

El mundo nos exige constantemente. Hay que producir (lo que sea). Sin embargo, estas demandas se fundamentan en el hecho de que se nos identifica como sujetos atomizados, individualizados, narcisistas y egocéntricos. Bajo estas prerrogativas, olvidamos, según Hamvas, que la verdadera partida no se juega en el yo, sujeto o individuo; que la propiedad que debemos reivindicar no se instaura en la cripta de nuestro solipsismo, sino que lo crucial, lo esencial, siguiendo a sus maestros órficos, hindúes y, sobre todo, a Schopenhauer, tiene una dimensión radicalmente cósmica y, por consiguiente, antisubjetivista.

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3 comentarios en “Béla Hamvas: la escritura que acaricia lo real

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