La anécdota y la esencia: apuntes sobre la poética de Wordsworth

W Wordsworth.jpgPor lo general, la comunidad académica suele fechar el inicio del Romanticismo inglés en el año 1798, momento en el que se publican por primera vez las Baladas líricas de William Wordsworth (1770-1850) y Samuel Taylor Coleridge (1772-1834). Si bien todo intento de datar un movimiento literario está abocado a la controversia, dadas las limitaciones de la historiografía cuando tiene que lidiar con los volubles contornos de la literatura, lo que sí resulta cierto es que las distintas composiciones que integraron esta obra conjunta poseen un carácter fundacional en relación al movimiento romántico que surgió en Inglaterra.

Mucho se ha escrito sobre las Baladas líricas, sobre cada recoveco y detalle de sus poemas, así como sobre sus autores, los cuales ocupan posiciones preeminentes en el panteón literario de la lengua inglesa. Ahora bien, el presente artículo no contiene mayor pretensión que la de acercar comedidamente al lector la figura de Wordsworth a través de uno de los textos que mejor expone la poética de dicho autor. Al margen de los poemas incluidos por él en las Baladas líricas, resulta de un interés muy considerable el Prefacio a dicha obra, el cual publicó por primera vez en 1800.

El célebre prefacio de Wordsworth ha sido objeto de estudios exhaustivos no sólo por contener las principales ideas sobre poética de uno de los autores más importantes de la literatura inglesa, sino también por exponer orientaciones que terminarían determinando futuras manifestaciones literarias. Además, dicho texto marcó en parte la separación de los caminos poéticos emprendidos tanto por Wordsworth como Coleridge, hasta el punto de que este último dedicaría numerosos comentarios y críticas al propio prefacio en su afamada Biographia Literaria, publicada en 1817 y cuyo segundo centenario se celebra este año.

Antes de sumergirnos en la presentación de algunas de las principales líneas del pensamiento poético de Wordsworth, conviene que hagamos algunas precisiones sobre su biografía. Wordsworth nació en la primavera de 1770 en el llamado Distrito de los Lagos. Rodeado de la extraordinaria exuberancia natural del lugar, Wordsworth desarrolló desde muy temprano una aguda sensibilidad hacia la naturaleza que va a constituir una de las principales características de su poesía. De este modo, junto a Coleridge y Robert Southey (1774-1843) conformaría la denominada «Escuela Lakista», aunque hubo otros autores relacionados también en mayor o menor medida con ella. Sin duda, esta región resulta ineludible de cara al estudio del Romanticismo inglés, representando merecidamente uno de los principales focos en el desarrollo y consolidación de dicho movimiento.

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El periodo de Wordsworth como estudiante en Cambridge se caracteriza por la mediocridad. Ajeno a los estudios impartidos y al ambiente de tan relevante universidad, aquel poeta en ciernes prefería sumergirse por cuenta propia en el estudio de la literatura y las lenguas extranjeras. Lo que sí llegó a entusiasmar a Wordsworth, al igual que a otros jóvenes románticos, fue el estallido de la Revolución francesa y los primeros años de la Francia revolucionaria. Allí viajará en 1790 y en 1791, llegando a simpatizar con los girondinos, aunque la llegada de los jacobinos y la violencia que con ello se desató llevarán a Wordsworth a sentir una gran desilusión y desapego respecto a la causa revolucionaria.

Más tarde, Wordsworth viviría con su hermana en Dorset, viajaría con ella y con Coleridge a Alemania tras la publicación de las Baladas líricas y, tras instalarse en Grasmere, se casaría con Mary Hutchinson. Mención aparte merece la relación de Wordsworth y Coleridge, la cual excede los límites de este artículo. En cualquier caso, cabe destacar lo variable que ésta fue, variando desde la íntima amistad hasta el distanciamiento y pasando por fases intermedias de difícil precisión. Por lo demás, Wordsworth vivió el resto de su vida entregado a la poesía y con cierto desahogo económico, llegando a ostentar el título de poeta laureado y gozando de una enorme reputación literaria en el momento de su muerte.

Toca ahora proceder a un breve análisis del Prefacio que escribió Wordsworth para proporcionar algunas indicaciones sobre qué motivó y bajo qué patrones se guiaron sus baladas. Sin duda, el hecho de que éstas se sustentasen en una poética explícita, permite al lector una mayor comprensión durante su lectura e, incluso, un disfrute más intenso ante tal hallazgo.

Los poemas que Wordsworth publicó en las Baladas líricas son denominados por él desde un principio como experimentales. Dichas composiciones pretendían «ajustar a un arreglo métrico una selección del lenguaje real de los hombres en un estado de vívida sensación». Este punto, contenido en el primer párrafo del prefacio, nos proporciona una idea que va a vertebrar la poética de Wordsworth. El poeta expone que su pretensión era alejarse de una impostada sublimidad del lenguaje para así adoptar un registro coloquial, que no vulgar, adaptándolo al metro propio de la poesía. Todo ello bajo el influjo de intensas impresiones que suponían el motor de la creación poética. Sin duda, esto representa un relevante giro efectuado en la poesía inglesa del momento, aunque no inédito. Wordsworth defiende la inclusión del lenguaje popular en la poesía, así como anteriormente, por ejemplo, los poetas metafísicos encabezados por John Donne (1572-1631) integraron en la poesía distintos registros lingüísticos a modo de experimentación y ruptura con las tradiciones previas y coetáneas.

De este modo, Wordsworth expone que el objetivo era «escoger incidentes y situaciones de la vida común», los cuales habían de ser expuestos a través «de un lenguaje realmente usado por los hombres». Ahora bien, tales hechos debían estar bajo lo que Wordsworth denomina «la coloración de la imaginación». ¿Por qué? Nuestro poeta señala aquí un punto de máximo interés en relación con la amplia poética desarrollada durante el Romanticismo, pues, según él, «las cosas ordinarias deberían ser presentadas a la mente bajo un aspecto inusual y, más allá y sobre todo, hacer estos incidentes y situaciones interesantes trazando en ellos, verdaderamente aunque no ostentosamente, la leyes primarias de nuestra naturaleza». Por un lado, lo cotidiano ha de ser reproducido de modo que adquiera un carácter novedoso, desconocido y asombroso, algo que conecta a la perfección con la famosa idea de «romantizar» que desarrollan los románticos alemanes. Pero además, el poeta busca revelar aquello que subyace y articula la naturaleza. Wordsworth pretende transformar el objeto a la par que lo desvela en relación a su más íntimo ser.

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No en vano es la balada la forma escogida para desarrollar este tipo de poesía. Con gran predicamento en el ámbito anglosajón, la balada reúne elementos líricos y narrativos, motivando así la elección de Wordsworth. En cuanto a su lirismo, la balada permite reflejar la intensidad que las impresiones ejercen en el espíritu a la par que su carácter narrativo ayuda a exponer las anécdotas o sucesos que motivan semejantes movimientos emocionales.

Wordsworth también critica la modernidad soporífera y constrictora que se cierne sobre su tiempo y que encuentra en las ciudades una guarida perfecta para desarrollarse mientras se halla arropada por la creciente industrialización. De ahí que sea el ámbito rural el contexto donde Wordsworth prefiera cultivar su labor poética en oposición a la urbanidad imparable del momento. Según él, en el campo «las pasiones esenciales del corazón encuentran una tierra mejor en la cual pueden alcanzar su madurez, están bajo una menor restricción y hablan en un lenguaje más claro y enfático».

También se preocupa Wordsworth por definir la figura del poeta. Lo primero que nos presenta es que «él es un hombre hablando a los hombres». Esto refuerza su rechazo a la dicción poética de cariz elitista que había caracterizado a la tradición anterior. La principal diferencia entre el poeta y el resto de individuos se fundamenta en las cualidades de su espíritu. El poeta goza de «una sensibilidad más viva, más entusiasmo y más ternura». Además, posee «un alma más comprensiva», lo que le permitirá alcanzar un mayor conocimiento de la esencia de la naturaleza y todos sus elementos bajo una orientación sintética en oposición a la tendencia analítica que abanderó la Ilustración.

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Así, la poesía se constituye como escritura filosófica siendo, a la vez, la imagen del hombre y la naturaleza. El poeta «considera al hombre y los objetos que lo rodean como actuando y reactuando el uno sobre el otro, produciendo así una infinita complejidad de dolor y placer». Una vez que el poeta desentraña las relaciones y conexiones que se efectúan entre los distintos elementos, las presenta a continuación en sus poemas calcando la misma complexión orgánica que caracteriza a la realidad. No en vano, el poeta considera «naturalmente la mente del hombre como el espejo de las más claras e interesantes propiedades de la naturaleza».

Como se puede comprobar, el Prefacio representa un texto de sumo interés, pues permite constatar la quiebra que el Romanticismo inglés establece con la exigua tradición poética de la Ilustración y con la ensalzada poesía del siglo XVII. Por supuesto, no es de extrañar que se puedan encontrar otras orientaciones respecto a la poesía dependiendo del autor estudiado. Sin duda, esta diversidad contribuye a hacer del Romanticismo una corriente de pensamiento de extremada riqueza. Si bien la defensa que sostiene Wordsworth de dar cabida en la poesía a lo anecdótico y al lenguaje popular no va a ser compartida por otros miembros del Romanticismo inglés, su tendencia esencialista, que presenta el acto poético como una revelación sintética de aquello que subyace y mueve a la naturaleza, supone un punto ineludible de cara a comprender los fundamentos románticos.

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