La unicidad, única vía de conocimiento: la digna renuncia de Krishnamurti

Sostengo que la Verdad es una tierra sin caminos, y no es posible acercarse a ella por ningún sendero, por ninguna religión, por ninguna secta.

La verdad… no puede organizarse.

                          Jiddu Krishnamurti. Discurso de disolución (1929)

Renunciar, verbo de difícil conjugación en primera persona. Cuesta renunciar a cualquier pequeña comodidad convertida en hábito. Somos animales de costumbres. Pero aquí vamos a intentar trazar unas concisas pinceladas sobre un hombre, Jiddu Krishnamurti (1895-1986), que renuncia a representar el papel de Instructor del Mundo creado (fabricado) por otras personas para él cuando es un adolescente que vive con su amada familia en su querida India, de donde se lo saca para enviarlo al frío y húmedo Reino Unido. Dicho con otras palabras: llega un momento en que no quiere ser el nuevo Mesías o, si se prefiere, el aún joven Jiddu (34 años) no acepta ser Rey de Reyes. No cree en la Orden de la Estrella de Oriente fundada en 1911 con tal propósito (existe otra con el mismo nombre fundada en 1850). 

Krishnamurti

Nos basaremos para pergeñar estas líneas en el Discurso de disolución y muy de refilón en dos libros dedicados al mundo de la enseñanza que tenemos entre manos, por ser el ámbito que mejor conocemos: Krishnamurti y la educación y Cartas a las escuelas, más los fogonazos memorísticos, y como tales fragmentarios, que conservamos de varias de sus obras, por lo general transcripciones de sus charlas.

Después se verá qué significa «unicidad» en el contexto del Discurso de Krishnamurti, pues es un término que adopta otros significados en filosofía.

Al igual que el mundo de la canción, cine y deporte está repleto de seguidores que idolatran a sus estrellas, las organizaciones llamadas –tantas veces equivocadamente– espirituales suelen estar pululadas por personas que llevan el fanatismo propio de los fans (fanes en correcto plural castellano) de las figuras del espectáculo incluso más allá. ¿Quién no ha visto imágenes ridículas de jóvenes y no jóvenes que se mimetizan con sus ídolos (sobre todo cantantes, actrices y actores) mediante la adopción de sus poses, peinados, calzado y vestimentas? Hasta si encienden un pitillo tratan de hacerlo como ellos. Estamos ante una liturgia, un culto, un ritual. Pues bien, esto mismo sucede con triste frecuencia entre los seguidores de guías o presuntos guías espirituales. Algo que enerva a Jiddu.

En el Discurso de disolución de la citada Orden de la Estrella de Oriente sobrevuela constantemente una palabra y sus derivadas con claro sentido peyorativo, «organización»:

Una creencia es un asunto puramente individual, y no pueden ni deben organizarla. Si lo hacen, se convertirá en algo muerto, cristalizado, en un credo, en una secta, en una religión que debe imponerse a los demás.

En Krishnamurti observamos una insobornable determinación de no sucumbir al  reglamentismo tan caro a muchas mentalidades embalsamadas. Esta última palabra la emplea él mismo para indicar que no desea miles de seguidores «que están por completo embalsamados en prejuicios». Se repiten en el acto de su renuncia términos como «muletas» y «jaula»,  inseparables de «organización», «religión» y «secta». Tras reiterar, como si fuera el estribillo clave en su renuncia, que no hay organización capaz de llevarnos a la espiritualidad, al conocimiento, añade:

Si para este propósito se crea una organización, se convertirá en una muleta, en una debilidad, en una servidumbre que por fuerza mutila al individuo y le impide crecer, establecer su unicidad, que consiste en descubrir por sí mismo esa Verdad absoluta e incondicionada.

[…] no quiero seguidores, y lo digo en serio. En el momento en que siguen a alguien, dejan de seguir a la Verdad.

Krishnamurti J

Asimismo, insiste en que su determinación, su manera firme de dirigirse al auditorio, seguramente atónito aquel 3 de agosto de 1929, no tiene nada que ver con la dureza, de manera que «si hablo enérgicamente, por favor, no me malinterpreten, no es por falta de compasión». 

Al mostrarse contrario al castrador reglamentismo, a la mentalidad organizadora, está también en desacuerdo con quienes piensan que una persona extraordinaria puede sacar a alguien de su ignorancia. Es lo mismo que ya hemos expresado antes. Recurrir a una autoridad que se presume suprema, infalible, es empeño fútil. Es, nos atrevemos a afirmar, infantil, propio de épocas en que, tras los cientos de miles de años de caverna prehistórica, la humanidad, en sus comienzos de civilización, necesitaba agarrarse (engancharse) a un avatar, a un guía, a un mesías, pero impropio del siglo XX:

Creen y esperan que otro, por sus extraordinarios poderes, por un milagro, podrá transportarles al reino de la eterna libertad que es la Felicidad. Toda la perspectiva de su vida se basa en esa autoridad.

Y prosigue sin desmayo de nuevo por esta misma senda avisando de que la búsqueda de una autoridad, de un guía, de un gurú como vía hacia la espiritualidad es una actitud errada, pues «automáticamente se obligan a construir una organización alrededor de esa autoridad. Pero por la creación misma de esa organización, la cual creen que ayudará a esa autoridad para que les guíe a la espiritualidad, quedarán atrapados en una jaula«. Y Krishnamurti renuncia a dejar enjaulado a nadie. Por el contrario, «la única espiritualidad es la incorruptibilidad del propio ser, que es eterno, que es la armonía entre la razón y el amor». 

Jiddu es un hombre que no concede relevancia a los fenómenos paranormales a que tantas personas de dudosa espiritualidad son adictas. Tiene la hechura de un Sócrates moderno, hombre de poco escribir y mucho charlar en el más noble significado de esa palabra. El «conócete a ti mismo» atribuido solamente por algunos al maestro de Platón, ¿no es similar a la Unicidad celebrada por el rebelde Krisnahmurti? ¿No es preciso para llegar al conocimiento general de la naturaleza humana un primer e imprescindible peldaño llamado autoconocimiento?

Krishnamurti Jiddu

¿Ha de deducirse de todo esto que vamos escribiendo que Krishnamurti ensalza el orgulloso individualismo? Respuesta brevísima y nítida: no. En Oriente individualismo y separatividad son conceptos que van de la mano y que se consideran hijos de la soberbia y, en el fondo, de la ignorancia. Pero nada de ello se encuentra en la rebeldía de este hombre. Lo que desea trasladarnos, y ya nos vamos repitiendo, siquiera sea para fijar esta idea, es que sólo cada mujer y cada hombre puede hacer de su vida un muladar o un jardín.

Como dijimos al principio, vamos a apuntar unas líneas sobre la enseñanza. En Krishnamurti y la educación se lee:

Deben aprender a no aceptar nunca nada que no hayan visto claramente por sí mismos.

Y en Cartas a la escuelas lo siguiente:

[…] estas escuelas no sólo han de ser excelentes desde el punto de vista académico, sino mucho más que eso: han de interesarse en el cultivo del ser humano total. Estos centros educativos deben ayudar al educador y al estudiante a florecer con naturalidad. […], de lo contrario la educación en un proceso meramente mecánico orientado a una carrera, a alguna clase de profesión.

Apostillamos: todo educador que no ejerza únicamente por dinero, es decir, todo docente  vocacional, sabe que esto es verdad. 

Terminamos: para ser consecuentes con el espíritu de este trabajo, permítasenos indicar que no somos fans (fanes) de nadie sino, en todo caso, admiradores, algo muy distinto. En este sentido, apuntaremos que, aunque en el fondo entendemos las palabras de Jiddu acerca de las organizaciones, nos resulta excesiva su fijación. Y, por otro lado, y él fue consciente de ello, fueron minorías bendecidas por la fortuna económica quienes tuvieron acceso directo a sus enseñanzas, y no las inabarcables masas de su, al parecer, amada India. 

14 comentarios en “La unicidad, única vía de conocimiento: la digna renuncia de Krishnamurti

  1. Esta es una convocatoria a la autonomía de cada persona, sea cual fuere el contexto en el que se encuentre, una invocación por su derecho a la libertad que nos asiste a todos a no dejarnos amedrentar por la vacuidad del hiperconsumismo enajenante.

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      • Buenos días, Julio: El hiperconsumismo, según Bauman es compulsivo, donde la voluntad de la persona ya no cuenta, se refiere a un estado de enajenación. Se supone que tanto las neuronas como los neurotransmisores se encuentran macerados por la influencia de los medios de comunicación y el entorno más próximo. Esta es la fruta amarga a la que también te refieres.

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      • Buenas tardes, Hugo,
        Yo, que en tiempos escribí en varios diarios que ahora me tienen castigado por afearles su hipocresía ante el terrorífico tema de la trata de niñas y mujeres, asumo esa curiosa frase suya de la maceración de las neuronas etc. Es más, si tuviera tiempo y sobretodo ilusión, enviaría un artículo a La Lechuza de respuesta a uno de los primeros en el tiempo del amable director de esta revista. Él se preguntaba, perdón si me equivoco, acerca de si era posible la neutralidad en la prensa. Mi respuesta sería un grandísimo NO.
        Es difícil escapar a esa maceración de las neuronas. Pero deseo aclarar que quienes de verdad mueven los hilos no son los redactores ni los directores, sino personas que disfrutan en el anonimato. Se me ocurre decir que los redactores jefes son unos obreros cualificados, los directores unos maestros de obras… ¡y los arquitectos esos que se esconden tras las bambolinas y que deciden sobre qué tenemos que hablar y sobre qué hemos de extender un manto de silencio!
        Saludos cordiales

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      • Apreciado Julio: El manto de silencio, al que hacer referencia, ya Popper lo definía como la conspiración del error y la conspiración de la ignorancia. Felizmente disponemos de este medio que empleamos para poder ejercitar nuestra neuroplasticidad con fines decorosos y protegernos de la estupidez impuesta por la sociedad de consumo.

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  2. Buenas noches,

    Es imposible la perfección, sobre todo si se sufre un prolongado y durísimo insomnio. No quiero robar tiempo a los encargados de esta revista, muy ocupados, así que yo mismo quiero decir que en la última cita de Jiddu he olvidado lo que a continuación viene en mayúsculas: «[…], de lo contrario la educación SE CONVIERTE en un proceso meramente mecánico…».
    Así, espero, quedará claro el sentido de la afirmación. Cualquier docente decente sabe que es la pura verdad.

    Hasta mañana, Hugo y demás. Voy a tratar en unos minutos de dormir algo.

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  3. Me remite a la moderna disolución de la comunidad en pro de la sociedad…. Lo cual conlleva sus riesgos… Solo en la comunidad que vincula, une y promueve la interacción continua entre sus componentes puede teoricamente fructificar una religión – religare- Si como dice Jiddu es cada uno quien debe acceder a la verdad – cuestión no menos problemática – es pw tal vez se dejó imbuir del individualismo moderno que da cabida a la larga no a la autonomía pretendida sino a la más absoluta soledad. Obviamente la religiosidad anula al sujeto, pero el individualismo lo que disuelve en la igualdad cuyo destino será la nada – en cuanto si todo es igual, nada es propiamente nada-
    Me congratula volver a leer una publicación suya, desrando que se encuentre lo mejor posible. Un abrazo!

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    • Krishnamurti era creyente, devoto, religioso. Cuando muere su hermano afirma que estuvo orando durante tres días seguidos, al tercero se percató que todos los dioses solo saben guardar silencio y tuvo la sensatez de hacerse escéptico, ateo, hereje.

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      • Buenos días, Hugo,
        La guerra civil española habría comenzado con o sin asesinato del jefe de la oposición (Calvo Sotelo).
        ¿A qué viene esto? Pues a que aunque Jiddu sufrió mucho con la temprana muerte de su muy querido hermano, dicho fallecimiento no fue sino el acelerador de algo que llevaba tiempo madurando

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      • Es cierto, las sumas y restas ocurren todos los días, sin que nos demos cuenta. Hasta que al acumularse en la intensidad requerida para estar de alguna manera conscientes, podemos darnos cuenta e intentamos verbalizarlas, como podemos, según sea nuestro repertorio, a nuestra imagen y semejanza. Muchas gracias por ilustrarme sobre el contexto histórico social, donde se encuentran circunstancias específicas que nos obligan a darles respuesta a diario, estemos conscientes o no.

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    • Buenos días, Ana,
      En el texto queda claro que la idea de Krishnamurti de la vacuidad de las religiones, sectas, en fin, de las organizaciones, nada tiene que ver con el individualismo, y menos con el feroz invidualismo moderno, fruta amarga de lo que algunos llaman neoliberalismo salvaje.
      Como no soy un fan (horrible palabra) ni de él ni de nadie, escribo al final que sólo concuerdo en parte con su idea sobre las organizaciones, pues hay ocasiones en que se necesita ayuda.
      Gracias por sus deseos, pero esto no podría haberlo redactado hace un mes por la situación que Vd. conoce, que va en dientes de sierra. Lo terminé a mediados de noviembre, poco más o menos.
      Saludos

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  4. Totalmente de acuerdo con Krishnamurti , la unicidad a la que se refiere implica una independencia de juicio que nos permita un lealtad insobornable con la verdad ,cualquier compromiso con una determinada religión , secta ,partido o similar implica servir a dos amos.

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