Autor polifacético, contundente y aún escasamente (re)conocido en ambientes de habla hispana, Ernst Bloch (1885-1977) y su obra emergen ahora con fuerza a la luz de dos circunstancias: en primer lugar, la reedición de su texto más importante, El principio esperanza, en el que se ponen de manifiesto los aspectos más perdurables de la frágil condición humana; y después, las numerosas monografías surgidas sobre su figura, entre las que destaca Religión, razón y esperanza, del profesor Juan José Tamayo, reconocido especialista en la obra de Bloch.

En su defensa del concepto de utopía, tan caro para Bloch (autor de Espíritu de utopía), Tamayo explica que esta palabra “está desacreditada y ha sufrido un grave deterioro”, asimilándola a expresiones como ilusión, quimera, ingenuidad o falta de sentido de la realidad. Pero es la utopía, sin embargo, a juicio de ambos, el auténtico motor de la historia. Es por eso que “el pensamiento blochiano es un pensamiento situado; nace de la experiencia, intelectualmente mediada, del apogeo y ocaso de Europa y del mundo occidental como potencia político-militar, económica y cultural”. Como escribe acertadamente Tamayo:

La filosofía de Bloch nace en una atmósfera de decadencia y de muerte, pero no desemboca en el ser-para-la-muerte, como en el caso de los existencialistas. Nace en el seno de la angustia, pero a la angustia opone la esperanza. En la aparente clausura de todo horizonte, Bloch ve una puerta entreabierta, la posibilidad de la redención, el espacio abierto a una esperanza ulterior. La utopía es, para la él, la dimensión perenne e insustituible del ser.

Sin duda, Bloch vive la experiencia de una profunda negatividad que afecta a la civilización en su conjunto, tras las dos guerras mundiales. Fruto de este desencuentro con la historia humana, que supone a la vez un acicate para su pensamiento, Bloch desarrolla una sugerente y grandiosa filosofía de la esperanza que va más allá de la metafísica clásica, y que se centra en una ontología del no-ser-todavía. En este completo volumen del profesor Tamayo, el lector asistirá a la formación y despliegue del pensamiento de uno de los filósofos más importantes del siglo XX, aún por descubrir y estudiar.

Así, en El principio esperanza (Das Prinzip Hoffnung), explica Bloch refiriéndose al contenido «proyectivo» al que alude la religión (que para nuestro autor es mucho más que mera ideología y alienación; de hecho, supone la manifestación más fuerte y radical de la esperanza), que…

Incluso si se lograra eliminar la miseria humana, cuya expresión y cuya protesta contra ella ha sido la religión; incluso si se hiciera desaparecer esta su primera fuente, la fuente más próxima de motivos desiderativos; incluso en este caso seguiría subsistiendo el hallazgo independiente del contenido humano plasmado en la hipóstasis del cielo de modo imaginativo, pero también anticipativo.

Juan José Tamayo (doctor en Teología y Filosofía, catedrático en la Universidad Carlos III de Madrid) ensaya en esta obra la más enjundiosa y completa monografía que se ha realizado en español sobre la figura de Ernst Bloch, filósofo del todo atractivo dada su heterodoxia. Aunque enclavado por norma en el cristianismo y en el judaísmo, no hay quien ha dejado de declararle un completo hereje, un revolucionario o, más allá, un místico de nuestros días. Como apunta Tamayo, en tiempos como los actuales “en los que impera la tiranía de los mercados y se nos impone la ortodoxia en todos los terrenos de la vida, es necesario recuperar al Bloch heterodoxo y transgresor”.

Un libro único por lo compendioso y lo bien escrito, que hará las delicias de cualquier lector interesado en el devenir de la filosofía en el siglo pasado y, en concreto, en un pensador que tomó la utopía como auténtico baluarte de la experiencia humana. Y es que, como recuerda Tamayo explicando la filosofía de la esperanza de Bloch, «un materialismo sin materia sería un monstruo, pero una materia sin posibilidad objetivo-real se convertiría en una especie de cárcel que reduciría todo futuro mejor a fatalidad».