Josep Maria Esquirol, Premio Nacional de Ensayo: «Todo dominio supone homogeneización y alienación de la diferencia»

La resistencia íntima EsquirolJosep Maria Esquirol es profesor de Filosofía en la Universidad de Barcelona y, además, un excelente escritor. Una coincidencia que no siempre se cumple. Tras la publicación de obras como Uno mismo y los otrosEl respirar de los días o Los filósofos contemporáneos y la técnica, apareció hace unos meses en la prestigiosa editorial Acantilado su último ensayo, de título muy sugerente: La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad.

Un libro que, aun escrito desde el más hondo rigor, permite que un público muy amplio pueda transitar los laberínticos caminos de la filosofía gracias a la ligera y meditada prosa que el autor pone en juego, ocupándose de cuestiones que a todos, como seres humanos, nos repercuten. Esquirol comenta en los primeros compases del volumen que “quien va al desierto es, sobre todo, un resistente. Al desierto del sí mismo, donde, como ya recomendaran tantos pensadores clásicos (y no tan clásicos), daremos con numerosos y variados problemas y acertijos a los que la propia vida nos expone. Pero será allí, también, donde daremos con el comienzo de la solución.

Una solución que nunca se da como definitiva, como receta ofrecida de antemano, sino como resistencia. De este asunto, de poso absolutamente humanista y de tan acendrada actualidad (¿quiénes somos, en un mundo en el que todos parecemos ser iguales?), trata el libro de Josep Maria Esquirol. Y es que “el resistente sabe que, pase lo que pase, su acción no es absurda ni estéril; confía en su fecundidad a pesar de que ignora cuándo y cómo germinará”. El mundo, como sostiene el profesor Esquirol, nunca nos lo pone fácil, «y, en general, todo cuesta. Nuestras intenciones y nuestros proyectos chocan a menudo con la resistencia que implica la realidad».

Quien resiste cree en su acción, pues toda resistencia esconde en su seno una esperanza, y por eso, «el que resiste sabe que, pase lo pase, su acción no es absurda ni estéril; confía en su fecundidad a pesar de que ignora cuándo y cómo germinará».

Lanzamos al autor de este necesario ensayo, galardonado recientemente con el Premio Nacional de Ensayo, un breve cuestionario:    

¿A qué alude la expresión “resistencia íntima”, tan presente en el título de su libro?

Al movimiento consistente en no dejarse llevar y mantener el tipo ante las fuerzas disgregantes de la realidad; algunas de tales fuerzas son relativas a la condición humana y otras son específicas del contexto social. Consiguientemente, la resistencia íntima se expresará en el gesto de la casa y del amparo, en el valor de la cotidianidad o en la clásica virtud de la fortaleza. Intencionadamente uso la expresión “íntima” y no “interior”. La distinción entre interior y exterior es demasiado simplista. “Íntima” significa próxima y, también, central, nuclear, del sí mismo. Resistencia en la reflexión del sí mismo, en el prójimo, y en la proximidad.

En el libro asegura que “sólo quien es capaz de soledad puede estar de veras con los demás”. ¿En qué sentido es necesario el recogimiento, la capacidad de bucear en el sí mismo, para relacionarnos con los otros? ¿No corremos el riesgo de perdernos, o incluso, como explicaba Nietzsche, de dañarnos, a riesgo de que ningún médico pueda ya curarnos?

La soledad no es el aislamiento. La soledad es un apartarse voluntario que requiere una cierta madurez y todavía lleva a mayor madurez. Las personas que saben estar a solas consigo mismas son las que mejor compañía tienen. A su lado uno se siente bien. Me gusta comparar la resistencia íntima con la eléctrica. Esta última, al resistir el paso de la corriente, da luz y calor a los que están cerca. Luz que ilumina el propio camino y que hace de candil para los demás, guiando sin deslumbrar. ¿Riesgo de la soledad? Sí, por supuesto. Pero todo lo bueno conlleva dificultad. Repetiré lo dicho por Hölderlin y subrayado por Heidegger: “Donde está el peligro, crece también lo que salva”.

¿A qué se opone una “filosofía de la proximidad”?

Efectivamente, el pensar tiene a menudo una dimensión polémica. Se piensa “contra” algo que se interpreta como una amenaza. Aunque este ir a la contra se lleve a cabo sin ninguna violencia. La filosofía de la proximidad tiene dos enemigos: la abstracción desconectada de la vida y el dominio. De la abstracción perversa hoy tenemos un perfecto ejemplo en lo que se está promoviendo bajo el paraguas de las así llamadas ciencias humanas y sociales, con lenguajes aparentemente expertos pero en realidad vacíos. Y del dominio, un ejemplo muy preocupante lo tenemos en lo que llamo el “dominio de la actualidad”. Esta actualidad que exige continua conexión y que es más poderosa que el destino de antaño. Sin embargo, conviene advertir que en la mayoría de situaciones de dominio, el problema no está tanto en la cosa que domina como en el hecho de dominar. Todo dominio supone homogeneización y alienación de la diferencia. De ahí que, mientras lo que hay que hacer ante la abstracción desconectada es denunciarla, ante el dominio lo que conviene es no ceder. No ceder a lo que domina es resistir en la diferencia. Y, hoy, la diferencia está en la proximidad.

En este enlace se puede escuchar la entrevista que realizaron al profesor Esquirol para La 2 de TVE.

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