
Portada de la preciosa y muy cuidada edición de Alianza Editorial
En esta ocasión invito a leer uno de los documentos más antiguos de la historia de la Humanidad: una excelente y cuidada edición bilingüe de Gabriel García-Noblejas de El libro de los cantos (Alianza, 2013, 376 pp., 20 euros), que Luis Alberto de Cuenca no duda en elogiar en la presentación de este mismo volumen, en la que nos explica que:
… el Shi Jing o Libro de los cantos [es] el conjunto más antiguo de China, gestado en época de la dinastía Zhou (1045-221 a.C.) y considerado a partir de la dinastía Han (206 a.C.-220 d.C.) como uno de los “Cinco Libros”, o sea, como uno de los cinco textos fundamentales que servían como materia de exámenes imperiales y que constituyen el principal legado de China a la cultura universal.
Para Luis Alberto de Cuenca, recorrer las 305 piezas que componen El libro de los cantos resulta una «aventura irrepetible para cualquier amante de la poesía», y yo añadiría, de la historia y la lengua, al toparnos en este caso con uno de los poemas más antiguos de China que, además, alberga una calidad inigualable comparable a la de los Salmos bíblicos o el Cantar de los Cantares. Uno de los conjuntos de versos más egregios y hermosos de la Humanidad, a juicio del traductor, Gabriel García-Noblejas, quien nos explica en el completo estudio preliminar que:
Nuestros cantos tienen un origen oral cuya autoría y fecha de composición se ignoran. Como sucede con toda poesía oral, debieron de vivir en la voz gran cantidad de años. Se transmitieron durante siglos tanto de viva voz como por escrito en distintas versiones. Ya en los primeros siglos de la dinastía Zhou, aterrizaron del canto en el aire al ideograma en la seda y el bambú, materiales en que se escribían los libros por aquel entonces.
La suerte de estos vetustos papeles cambió cuando, bajo el mandato de la dinastía Han, el Imperio los declaró de manera oficial uno de los «Cinco Libros» (que trazaban cómo debía ser el alma del hombre, cuál debía ser su guía moral, su directriz vital, su vida interior, su destino), «convirtiéndose así en uno de los cinco textos más venerados, respetados, importantes e influyentes de toda la civilización china», lo que ha valido al Libro de los cantos para ser incluido en el grupo de obras que nos permiten conocer algunas de las civilizaciones más inmemoriales, así como estudiar el nexo antropológico entre acción -o vida, bios– y literatura.
De lo que no cabe la menor duda es de que el Libro de los cantos es la descripción de un mundo y un modo de vida, de un pueblo y sus creencias; es, también, la descripción del alma de ese pueblo (Gabriel García-Noblejas).
Un libro indispensable para cualquier etnolingüista, pero también para cualquier lector que quiera acercarse, a hombros de gigante (a través del fantástico estudio introductorio del traductor), a este auténtico abecedario de las costumbres chinas más fuertemente arraigadas en el que daremos con cantos líricos y amorosos, épicos y guerreros, litúrgicos y mitológicos, costumbristas, políticos, críticos, descriptivos y laudatorios o lamentos por la decadencia de la dinastía de turno. Un imprescindible en cualquier anaquel.
Y es que la etnografía está de moda. Quizás a causa de la profunda crisis económica y social que asola medio mundo, diversas editoriales y especialistas se han propuesto darnos a conocer las costumbres e historias propias de los pueblos más legendarios, con el cometido de encontrar en ellas unas raíces a menudo olvidadas.
El estudio de la idiosincrasia de los pueblos es tomada, frecuentemente, como una actividad destinada sin más a los eruditos. La etnografía queda desplazada y casi sepultada, así, en el campo de las ocupaciones consideradas tediosas, que encuentran su escenario natural en universidades e institutos científicos y lingüísticos. Sin embargo, gracias al caso que ahora me ocupa, se podrá desmentir este falso prejuicio.
Desde muy antiguo, los seres humanos emplearon numerosas vías para explicar -o dar razón de- aquellos acontecimientos que la mera observación no permitía escrutar. Entre estas formas de afrontar el estudio de lo otro, de lo misterioso, de todo aquello que en principio desborda nuestra capacidad deductiva, encontramos -como privilegiada comadrona de lo enigmático- el discurso narrativo.
La narración permite desarrollar una historia cuyo avance o progreso adquiere tintes causales, lo que posibilita un esquema principio-nudo-desenlace que, de alguna manera y a su vez, amansa las pretensiones -en ocasiones tan desmedidas- anímico-científicas del ser humano.
Como explica Hosokawa Shuhei en la presentación de los maravillosos Mitos populares de Japón que Quaterni presenta en una atractiva edición, «en la base de las leyendas se encuentra el pensamiento primordial de cada etnia». Además, «estas narraciones se presentan en un estilo de fácil comprensión, incluso para la generalidad de los lectores».
Para celebrar el 400º aniversario de la expedición del samurái Hasekura Tsunenaga a España y otros países latinoamericanos, Quaterni publica estas Leyendas de Tôno (ciudad situada en el nordeste de Honshû, isla principal de Japón), a través de las que tendremos oportunidad -indica Shuhei- de «entrar en contacto y de aprender la forma de pensar, el sentimiento y las creencias de los japoneses».
Las historias que encontraremos en este volumen se hallan repletas de seres mitológicos que activarán mágicamente la imaginación de todo tipo de lector: Yamabitos (que encuentran su morada en la profundidad de los montes), onryôs (espíritus vengativos que no logran abandonar este mundo, repletos de odio y resentimiento hacia sus verdugos), la deidad Zashikiwarashi (espíritu de un muchacho de doce o trece años), Inari (el espíritu del zorro, enviado de la divinidad que proporciona prosperidad y riqueza a quienes le ruegan) o los tenga (duendes de larga nariz que habitan las montañas).
La recopilación de estos fantásticos relatos, que atraparán a todo tipo de público, fue elaborada por el investigador Yanagita Kunio entre el primer y el segundo tercio del siglo XX. Actualmente es considerado como la autoridad más representativa en los comienzos de los estudios etnográficos sobre las creencias ancestrales, la mitología popular y los cuentos tradicionales oriundos de Japón.
Es obligado destacar que el texto que Quaterni publica ha permanecido inédito hasta ahora en español, lo que otorga al volumen una importancia sin parangón. Como explica en la completa introducción Mariló Rodríguez del Alisal,
… en su tratamiento de la tradición oral de las comunidades rurales a Yanagita le interesaban dos aspectos: conseguir que no perecieran en aras de la modernidad, y descubrir en su trasfondo un elemento común entre las diferentes regiones de Japón, probando así el vínculo común que las unía. Todo ello orientado a proporcionar una identidad fuerte a la población japonesa en la cual cundía el desconcierto por los rápidos cambios, mientras se experimentaba una fractura social generada por la delicada situación económica.
Yanagita Kunio consideraba el relato popular y sus mitos como un todo en el que se reflejan los aspectos religiosos y culturales más fuertemente arraigados en Japón. «El autor creía firmemente -apunta Rodríguez del Alisal- que el apego a la tierra de origen era lo ideal, tanto para los campesinos y sus familias como para toda la nación japonesa. Según sus palabras, un país consta de su territorio y de su población y para establecer un vínculo entre la tierra y sus gentes era beneficioso que los campesinos permanecieran en el lugar de donde procedían».
No duden en acercaros a la cultura del país nipón de mano de este precioso libro, ilustrado generosamente con imágenes de la ciudad de Tôno, que hará las delicias de cualquier especialista (sea o no etnolingüista) así como de cualquier lector que quiera conocer las costumbres y cultura más ancestrales del pueblo japonés.