Las amazonas: el poder de lo femenino

Las_amazonas.jpgSe publica en Alianza Editorial un título imprescindible para conocer el desarrollo de un evocador pueblo cuya historia, a medio camino entre lo real y lo legendario, ha despertado siempre un gran interés. Lyn Webster Wilde traza en Las amazonas. Mito e historia un apasionante, cautivador y riguroso recorrido a través del fascinante universo amazónico.

Al margen de los curiosos y muy numerosos datos que aporta este volumen, es importante notar el enfoque antropológico de Webster Wilde, quien desde el principio deja claro que no sólo quiere dar a conocer los resultados de su investigación sobre las amazonas, sino que también y sobre todo desea bucear en la «historia de un encuentro con las formas perdidas del poder femenino. Mi objetivo es mirar a ese poder directamente a la cara y no idealizarlo, decorarlo o demonizarlo».

Las amazonas, apunta la autora, son reconocidas por la tradición, especialmente, por dos características: por un lado, acudían al combate «brava y despiadadamente» y, por otro, vivían sin hombres, «buscando únicamente la compañía masculina una vez al año a fin de concebir». Respecto a los hijos varones existen varias versiones, aunque lo más probable es que o bien los devolvieran a sus padres o que, incluso, los mutilaran o mataran. Los antiguos atenienses, creadores de la polis griega como sostenedora del orden y la administración pública, las consideraron como una suerte de extranjeras, como enemigos bárbaros (al igual que a los persas y a los míticos centauros).

Respecto a su inmortal nombre, «amazonas», explica Webster Wilde que comúnmente se ha pensado que significa «sin pecho», en alusión a la atestiguada costumbre, al parecer muy extendida entre ellas, de cortarse un seno en la niñez para poder tensar sin impedimentos el brazo que armaba el arco o para blandir armas sin dificultad (también se ha esgrimido que, sin más, pudieran llevar el torso vendado). Otra hipótesis, de raíz armenia, es la de «mujeres de la luna», que conduce a interpretaciones relacionadas con sacerdotisas de diosas lunares.

wonder-woman-amazons

Desde nuestro horizonte histórico, podemos considerar la Atenas de entre los años 700 a 400 a.C. como machista, con una estructura social fuertemente patriarcal: por norma general, las muchachas –de no más de catorce años– se desposaban con un hombre que casi siempre les doblaba la edad. Mientras éste había tenido (o podido tener) otras relaciones sexuales (habitualmente con esclavas, prostitutas o incluso con otros hombres), la mujer debía llegar virgen al matrimonio. Webster Wilde apunta un dato tan curioso como oneroso: «Este sistema pudo haber evolucionado debido a la baja proporción de mujeres en la población, probablemente como resultado de la costumbre de ‘exponer’ a las niñas recién nacidas (dejarlas morir) a favor de la descendencia masculina». Casada o no, la mujer ateniense siempre permanecía al amparo y protección de alguien, generalmente un hombre, durante el resto de su vida.

Valkyrie-Maiden-norse-mythology-34136720-398-500La educación también era un asunto eminentemente masculino: mientras los chiquillos recibían una amplia formación teórica y física, las niñas, al casarse muy jóvenes, debían atender a las obligaciones domésticas. Tampoco podían comprar ni vender tierras, y eran los varones quienes gestionaban las propiedades familiares.

Sólo existía una excepción, los misterios eleusinos, dedicados a las diosas Deméter y Perséfone y celebrados cada otoño, en los que la mujer era la protagonista. Como explica Webster Wilde, lo importante de tales misterios es que “no sólo estaban abiertos a las mujeres, sino que preservaban la esencia de la antigua religión matripotestal en el corazón de la cada vez más patriarcal Grecia durante unos dos mil años”.

Muy distinto era el papel de la mujer en la vecina ciudad de Esparta, donde no se reducía en absoluto al de “criadora” en el ámbito doméstico. En esta ciudad, las mujeres eran mucho más libres que en la capital griega y eran admiradas por ser “madres de guerreros”. Por eso estaban bien alimentadas y preparadas físicamente, se casaban más mayores (alrededor de los dieciocho años) y disfrutaban de un alto grado de libertad sexual.

En este entorno, en el que el valor de la mujer es asociado estrictamente a su utilidad con respecto a la figura masculina, surge la leyenda amazónica. La primera referencia literaria sobre las amazonas la encontramos en Homero, en boca del rey troyano Príamo, que se refiere a ellas como “rivales de los hombres”. Homero no menciona nunca a Pentesilea, reina amazona, aunque escritores posteriores sí han hecho referencia a una obra perdida, la Etiópida, en la que aquélla habría acudido a la guerra de Troya e incluso se habría enfrentado al mismísimo Aquiles, que la derrota; sin embargo, éste, al despojarla de su casco, queda absolutamente enamorado de ella.

Respecto a su lugar de establecimiento, comúnmente se habla de Temiscira, legendaria ciudad donde corría el río Termodonte, cerca del mar Negro: investigaciones actuales aseguran que debía encontrarse en la costa meridional de dicho mar, en Turquía.

Desde muy antiguo, las amazonas han sido enemigas de los hombres. Incluso del poderoso héroe Hércules. El noveno de sus doce trabajos consistió, de hecho, en arrebatar el cinturón dorado de Hipólita, una de las más célebres reinas de este pueblo femenino. El apelativo de “dorado” hacía alusión a su condición de hijas de Ares, dios de la guerra, un símbolo que además se refiere al poder sexual (si bien estructurado bajo límites racionales). En las ceremonias de boda griegas, el novio quitaba el cinturón a la novia en signo de que la virginidad de la mujer pasaba a formar parte del “ajuar” del hombre. En las amazonas, sin embargo, el cinturón es un símbolo de poder, autocracia y autosuficiencia. De ahí que la tarea encomendada a Hércules no fuera, desde luego, ligera. Si Hipólita perdía su cinturón, significaría que, también, perdería su independencia.

Jim Lee wonder womanEl relato, dependiendo de a quién sigamos, culmina de una forma o de otra, pero siempre con la muerte de Hipólita. A juicio de Webster Wilde, “sea cual sea la versión por la que se opte, esta historia marca un cambio decisivo en la psique del hombre occidental: deja de ser el hijo de su madre, y se convierte, en su lugar, en su dueño. Literalmente, roba el cinturón que encarna el poder sexual de la Gran Madre que, hasta ese momento, se había considerado el origen de todas las cosas, el poder máximo del universo. La masculinidad sólo era algo pequeño en comparación con la feminidad que la envolvía”.

Quizás en este momento mítico comienza la desapropiación del poder femenino en beneficio del masculino en la historia de los asuntos humanos: pues el héroe fuerte, aguerrido e impetuoso, Hércules, no pudo tolerar que una mujer ostentara el poder, que fuera el influjo y dominio de lo femenino y la maternidad el que cubriera la existencia. Y fue él, de hecho, quien se cree (en algunas versiones) que exterminó el legado de las amazonas, asesinando a casi todas ellas y sometiendo a las que dejó vivas a la esclavitud.

Sea como fuere, lo cierto es –como escribe Webster Wilde– que “las amazonas son la clave de un país perdido en el tiempo, antes de que se diera ese paso decisivo a favor de nuestro tipo de civilización”. El libro publicado en Alianza es un documento imprescindible para encontrarlo, conocerlo y poder desenterrarlo.

Anuncio publicitario

¿Algo que decir?

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s