La vida de Baruch Spinoza (1632-1677) supone un enigma en muchos sentidos para los estudiosos de sus obras. Incluso su auténtico aspecto físico se halla envuelto en un halo de misterio. Además, se hace notar en este pensador como en casi ningún otro el cisma entre el Spinoza más «íntimo» y el Spinoza más público o «filósofo». De él se ha hecho un verdadero santo, un desatinado hereje, un tranquilo fumador de pipa, un enamorado no correspondido, un agitador político y social, un sabio retirado del mundo y a salvo de las pasiones… y acaso Spinoza responda a todas estas caracterizaciones.
El deseo que brota de una tristeza o de una alegría, de un odio o de un amor, es tanto mayor cuanto mayor es el afecto.
Spinoza, Ética, III, Proposición XXXVII
Esta atrayente y sugestiva personalidad, sin lugar a dudas, ha sido un factor concluyente que ha conducido al escritor estadounidense Irvin D. Yalom a fijarse en el pensador holandés para escribir su última novela, El problema de Spinoza, de obligada lectura para todo tipo de lector, especialista o no, interesado en acercarse a la figura de este filósofo.
Con un ritmo narrativo que no deja lugar para el tedio, Yalom desarrolla una intrépida novela en la que se dan cita, por igual, la vida del propio Spinoza y la de Alfred Rosenberg, un decadente dirigente nazi (personaje absolutamente real, condenado a muerte en los juicios de Nuremberg), que ha pasado a la historia considerado como uno de los ideólogos más importantes del partido nacionalsocialista.
Aunque Rosenberg ocupó diversos cargos en la Alemania de Hitler (quien también aparece a lo largo del libro), Yalom pone su atención en su faceta de responsable de las grandes expropiaciones que llevaron a cabo los nazis en lo tocante a todo tipo de obras de arte. Obsesionado desde muy joven con la erradicación de los judíos tras la lectura de Los fundamentos del siglo XIX (de H. S. Chamberlain, yerno del mismísimo Richard Wagner, cuyo escrito influenció grandemente en la ideología nazi), un aún joven Rosenberg descubre no sin asombro la admiración que Goethe, genio alemán por antonomasia, profesaba por el judío Baruch Spinoza (aunque, como es sabido, fuera expulsado de su comunidad a través de un Herem al que asistimos en el libro de Yalom).
De esta manera quedan vinculados los destinos del pensador y del dirigente nazi, quien, como el autor del libro nos hace saber, se consideraba a sí mismo todo un filósofo. Mediante esta interesante relación, hilvanada a través del denuedo de Rosenberg por hacerse con la biblioteca personal del holandés, el lector descubrirá cuál es el auténtico «problema de Spinoza»…
Llamo «servidumbre» a la impotencia humana para moderar y reprimir sus afectos, pues el hombre sometido a los afectos no es independiente, sino que está bajo la jurisdicción de la fortuna, cuyo poder sobre él llega hasta tal punto que a menudo se siente obligado, aun viendo lo que es mejor para él, a hacer lo que es peor.
Spinoza, Ética, IV, Prefacio
Cualquier lector de libros de filosofía ha deseado, en alguna ocasión, poder intercambiar una conversación con sus autores favoritos, o siquiera haber podido asistir a los avatares más significativos de sus vidas. Cuando estos filósofos a los que admiramos y estudiamos con fervor no son nuestros contemporáneos (como suele suceder en la mayor parte de los casos), nos quedan sus obras como único consuelo al que aferrarnos.
Irvin D. Yalom, autor de los éxitos El día que Nietzsche lloró y Un año con Schopenhauer, nos propone una novela que no defraudará a los seguidores de Spinoza, en la que encontrarán todo un testimonio biográfico sobre los años centrales de la vida del autor de la Ética.
El propio Yalom explica que «las palabras de Spinoza, y las ideas, expresadas en su disputa con Jacob y Franco (dos de los personajes secundarios de la historia) proceden mayoritariamente de su Tratado teológico-político. De hecho, a lo largo de la novela extraje muchas de sus palabras de ese texto, de su Ética y de su correspondencia». Por lo que toca a Alfred Rosenberg, Yalom ofrece igualmente valiosos documentos históricos que nos acercan, de manera fidedigna, a la problemática personalidad del personaje.
Un libro para ver en acción a una de las figuras centrales de la historia de la Filosofía, y de paso, aprender algo más sobre uno de los periodos más nefastos del siglo XX europeo. Aunque como explicó André Gide, «La historia es la ficción que sucedió; la ficción es la historia que podría haber sucedido».
«…cuyo poder sobre él llega hasta tal punto que a menudo se siente obligado, aun viendo lo que es mejor para él, a hacer lo que es peor.» Spinoza.
«Video meliora, proboque; deteriora sequor». Ovidio.
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