Ernesto Cardenal, considerado el más importante poeta vivo de Hispanoamérica (obtuvo el Premio Pablo Neruda en 2009), nació en Nicaragua en 1925. Es una de las más destacadas cabezas de la denominada Teología de la Liberación. Latinoamérica esconde en su conjunto una de las sociedades con mayores desigualdades sociales y económicas, además de mostrar una pobreza insultante. El proceso de liberación de este movimiento intenta luchar por desembarazarse de lo que representa un obstáculo para el ejercicio de la libertad y la realización de sí misma. En este sentido, la liberación se basa en el hecho de poder realizar una vida auténtica, a la altura de las sociedades occidentales.
Cardenal ha defendido fervientemente la idea de la libertad como capacidad de autorrealización y autoconquista de sí mismo en correspondencia con los valores humanos. La libertad ha de entenderse como la conquista de un proceso histórico. En uno de los ensayos recogidos en Este mundo y otro, Cardenal explica que el origen del universo se sitúa allí donde cada uno vive su vida: todos y cada uno de nosotros nos encontramos unidos en el origen y el centro del cosmos.
La verdad es que el centro del universo está en todas partes.
Así, la categoría de “liberación” significa el nacimiento de una ya más que incipiente conciencia histórica renovada mediante la que comprender el pasado y transformar el presente para iluminar el futuro. De este modo, la Teología de la Liberación no ve a los pobres y necesitados solamente como portadores de carencia y debilidad, sino como sujetos inmersos en la historia, y por tanto, como potenciales sujetos del cambio y de una evangelización emancipadora. Se trata de un modelo de Iglesia (que el Vaticano no ha visto casi nunca con buenos ojos, busque cada uno las razones que le parezcan oportunas) interesado fundamentalmente en el cambio social, en la posibilidad de alumbrar una estructura social de justicia. En definitiva, Ernesto Cardenal considera que la creencia sin la práctica adecuada es muy sospechosa e incompleta.
Esta teología íntimamente ligada a la existencia del pueblo, de su fe y de su lucha, hace de los textos de Ernesto Cardenal una auténtica biblioteca de acercamiento al hombre de carne y hueso. Además, como explica en el ensayo (recogido en Este mundo y otro) “Somos polvo de estrellas”: «la evolución de la vida es de lo pequeño a lo más grande. Se pasa de lo más simple a lo más complejo, y lo más complejo es más grande».
No sólo la teología, sino también la poesía ha de conducirse desde la praxis y para la praxis, para la acción. Ninguna de las dos disciplinas, aunque muy distintas, pueden quedar reducidas a una mera investigación teórica si no desea caer en un idealismo incapaz de mover el necesario realismo histórico. La fe y las palabras del poeta son ligadas a la dimensión ética e incluso política de la realidad.
Este mundo y otro reúne seis ensayos en los que Cardenal se acerca a distintos asuntos: desde la dimensión humana de la ciencia, pasando por una reinterpretación de la filosofía griega y un comentario sobre los fragmentos de Heráclito, hasta reconocer a Lao Tzé como profeta asiático de Cristo. Un breve volumen donde quedan recogidas las ideas fundamentales de una de las personalidades literarias más importantes de nuestro tiempo.