Empieza de una vez a ser quien eres, en vez de calcular quién serás (Franz Kafka).
Franz Kafka es uno de los más grandes expositores de la literatura moderna. Tal es la grandeza de su obra que es considerada entre las más influyentes de la literatura universal. Son muchos los nombres de los escritores que han manifestado abiertamente su influencia, como Jean-Paul Sartre, Gabriel García Márquez, Albert Camus o Jorge Luis Borges. Kafka nació en 1883, en Praga, ciudad de una provincia del ya extinto Imperio Austro-Húngaro.
Fue el primogénito de un matrimonio que vivía con la obsesión de escalar en las clases sociales. Hermann Kafka, su padre, deseaba que Franz siguiera sus pasos y lo ayudara en el crecimiento del negocio familiar. Hermman jamás entendió el trabajo literario de su hijo, que cuestionó amplia y frecuentemente. A raíz de esta pésima y tormentosa relación con su progenitor, Kafka escribiría su Carta al padre, texto indispensable para comprender la obra de este escritor.
Hace poco me preguntaste por qué yo afirmaba que te tengo miedo. Como de costumbre, no supe qué contestarte, en parte justamente por ese miedo y en parte porque en la fundamentación de ese temor entran muchos detalles, más de los que yo podría exponer hablando.
A través de este tono tan triste como desafiante, Kafka se abre paso a lo largo de sesenta y cinco cuartillas sin guardarse nada y sin tomar mucho en cuenta el impacto que podrían causar sus palabras en su destinatario. Según cuenta la historia, su padre nunca las leería, pues quien fuera la encargada de entregar dicho texto, la madre de Franz, decidió ocultarlo. Ésta creía que su hijo había caído víctima de un excesivo y efímero talante dramático al escribirlo.
Muchos son los que opinan que no se debería tomar la Carta al padre como autobiográfica ni como un texto realmente dirigido al padre de Kafka. Resulta claro que, al igual que muchos otros escritores con talento, Franz hace uso de su ingenio para llenar su obra de un apabullante tono metafórico con el que llevar la realidad a otro plano existencial. Tal es así que el encargado de editar la obra de Franz, su mejor amigo, Max Brod, no tomó como parte del volumen dedicado a su correspondencia dicha carta y la colocó en el que forma parte de sus ficciones.
No afirmo por supuesto que he llegado a ser lo que soy debido a tu influencia, sería exagerado de mi parte (y por cierto tiendo a tal exageración). Es probable que aunque hubiera crecido libre de tu influencia, no habría podido hacerme un hombre de acuerdo a tus deseos. Probablemente habría llegado a ser, a pesar de todo, un hombre débil, temeroso, vacilante, inquieto; ni un Robert Kafka ni un Karl Hemann, pero muy distinto en verdad a como soy en realidad, y nos hubiéramos podido entender muy bien. Yo habría sido feliz de tenerte como amigo…
La obra de Kafka se desarrolló en un ambiente repleto de tensión, tanto en el ámbito político como en el económico. La Gran Guerra y el crecimiento de Estados Unidos son sucesos que, sin duda, no pudieron pasar desapercibidos por alguien como el sensible Franz. Aunque la realidad es que no se conoce cuánto pudo haber influido en Kafka lo cuanto sucedió en su entorno. Al parecer fueron situaciones por las que no se interesó más que en el plano anecdótico, pero de alguna manera debieron impactar en su desarrollo (como ejemplo podemos recordar que resultó exento del servicio militar debido a la fragilidad de su físico). Todas estas cuestiones, sociales y personales (la frustración de trabajar en una compañía de seguros y no poder dedicarse por entero a la escritura) desataron en Kafka los motivos para redactar La metamorfosis, acaso la más representativa de sus obras.
Estaba echado sobre su dura espalda, como si se tratara de una armadura, y cuando levantó la cabeza un poco pudo verse un gigantesco vientre color café, en forma de cúpula, dividido en rígidos segmentos arqueados, por encima de los cuales la colcha apenas podía mantenerse en su sitio y estaba a punto de resbalarse por completo.
Así es como comenzamos a sumergirnos en la historia de Gregor Samsa, cuando una mañana despierta convertido en una suerte de bicho. Lo más llamativo de esta novela, publicada en 1915 en la revista Die Weißen Blätter, no es el horroroso aspecto del ente en el que Gregor queda convertido, sino lograr entender el lenguaje críptico y severamente anímico de las reflexiones del protagonista del relato, que nos transportan a imaginar viva y desesperadamente la difícil situación por la que atraviesa.
En tal sentido la similitud entre Samsa y Kafka es más que evidente: Samsa vive oprimido por su padre y ejerce una ardua labor como agente viajero para poder sostener a su familia; Kafka aborrece a su padre y trabaja como agente de seguros para ayudar a su familia con su débil y decadente economía. Los sentimientos evolucionan a lo largo de la novela, desde la pena o el rechazo familiar, hasta el odio y la reconfortación tras la muerte.
Se quedó en ese este estado de meditación tranquila y vacante hasta que el reloj de la torre dio las tres de la madrugada. La primera claridad del mundo exterior entró a su conciencia, por la ventana, una vez más. Luego, por voluntad propia, su cabeza cayó sobre el suelo y de las fosas nasales salió el débil aleteo de su aliento postrero.
El relato de Gregor Samsa es susceptible de provocar diversas interpretaciones. En algunos de sus diarios y cartas describía a menudo su incesante insomnio, sus constantes dolores de cabeza, el tenaz acompañamiento de sus demonios, sus duros derrumbamientos, sus embates y, en general, el desamparo, persecución y soledad que tuvo que enfrentar. Todo un asalto a las últimas fronteras humanas y terrenales. Por eso se le ha catalogado en no pocas ocasiones como un hombre atormentado, aunque también, a su manera, disfrutó de la vida de una forma fuera de lo ordinario.
Kafka fallece de tuberculosis a los cuarenta y un años sin recibir premios ni reconocimientos en vida, y sólo algunas de sus obras fueron publicadas durante su existencia, pero su legado en las generaciones posteriores ha sido tan importante que se utiliza el adjetivo kafkiano para referirse a hechos desconocidos, siniestros e incompresibles o, para ser más claros, para describir situaciones parecidas a las que atraviesan los personajes de sus obras. En cualquier caso, resulta indispensable estudiar su obra en conjunto para comprender los orígenes de la literatura contemporánea.
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Pingback: » Aproximación a un xenio incomprendido
hola bello. desde mi visión; creo que kafka lo que mas temió fue el tener que salir de su zona de confort, en donde franz vivió su sensibilidad bajo la costumbre, reprimido, incomprendido, iracundo por un hombre, su padre, tal vez un tanto arribista y con trastornos sicológicos que vomitativamente se los traspaso a el, los que hicieron que el fuera inseguro de si mismo. tuvo que tomar la vía de un trabajo (compañía de seguros) que no era para el, esclavizado. empero dotado de algo de amor propio, seguramente dado por amigos , su madre tal vez.o » de cierta manera fue libre instintivamente» y por eso aunque no se le hayan otorgado reconocimientos por sus escritos, aun así los hizo, plasmo sus mas recónditos sentimientos por su padre en el libro «cartas al padre y otros escritos» los cuales señalas. sin duda alguna que me resultaría impresionante leer sus escritos, aun no lo he hecho ,pero hace mucho se de ellos. respecto a literatura mundial en general,kafka ejemplo,inspiración e influencia del modernismo actual. me impactaría porque de alguna manera me siento identificada con el… si bien, claramente, no soy hombre, fui criada a la usanza militar, sin amor ni mucho cariño de ninguna de las partes, padre y madre ni familia, bajo el seno de la ignorancia y los trastornos sicológicos que tenían y aun padecen y me creaban… bueno si leíste mis otros comentarios en tu blog, mi cuaderno ya sabes todo sobre mi.
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El hombre es su tiempo, y definitivamente a expensas de la ceñida animadversion al padre el joven insecto deja entrever en su excelsa obra la profunda influencia que las circunstancias de su época sircunscriben en su prosa.
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Qué lástima, haber fallecido sin ser reconocido, a pesar de haber leído su obra, «La Metamorfosis» en verdad me gusto mucho más «El Juicio» en ese trajin de armar y desarmar trama y cada vez más complicado…. Es un obra maravillosa, impera como el suspenso y tu parece estar allí viendo todo, como un espectador invisible.
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Carta al Padre ha sido autobiográfica sin duda. La escribió y no se animaba a dársela. Le pidió a su madre que lo hiciera y a los días le preguntó, pero ella le dijo que no se la iba a dar y se la devolvió.
Su obra entera puede considerarse como atemporal y visionaria, pero su relación con el padre fue realmente dañina y existió y él la padeció.
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Kafka nunxa podrá ser entendido, y, de hecho, su fortaleza literaria estriba en ese misterioso hecho. Cada vez que lo releo y típicamente abro sus libros a cualquier página, me dan sensaciones e imágenes diferentes ue siempre me llevan a sitios oscuros, extraños y tenebrosos donde no uiero estar pero de los cuales tampoco me quiero ir.
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