Elogio (y necesidad) de la diferencia

Vivimos inmersos en una atmósfera anímica y afectiva en la que la diferencia, en cualquier campo (político, económico, social, ideológico), es percibida como una anomalía, como un elemento discordante que, lejos de ayudar a la pervivencia del «sistema» —de ese ente informe e indefinido que nos espolea hacia un indeterminado futuro—, lo pervierte e incluso…